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domingo, octubre 07, 2018

El heliotropo de Beceite

En la villa de Beceite, que siempre ha sido abundante en gentes extraordinarias, hubo, no hace todavía mucho tiempo, un pintor llamado Calandrio, hombre simplón y de extrañas costumbres, como bañarse en el Matarraña en pleno mes de noviembre, que la mayor parte del tiempo trataba con otros dos pintores, llamados Bruno y Bufalmacho, hombres muy bromistas pero por otra parte avispados y sagaces, que se ajuntaban con Calandrio porque de sus maneras y de su simpleza con frecuencia sacaban algunas risas, llamadas carcañades en Beit Zeyd

Había también en Valderrobres entonces un joven de maravillosa gracia y afortunado en todas las cosas que se proponía, hábil, llamado Tomás del Picapedré, que oyendo algunas cosas sobre la simpleza de Calandrio, se propuso divertirse haciéndole alguna burla o haciéndole creer alguna cosa extraordinaria. Encontrándolo por casualidad un día en la iglesia de San Bartolomé y viéndolo atento mirando las pinturas y los bajorrelieves del tabernáculo o altar mayor de la iglesia, puesto allí unos meses antes, pensó que había encontrado el lugar y el tiempo acorde a su intención.

tabernáculo o altar mayor de la iglesia, Beceite, San Bartolomé


Informando a un compañero suyo de lo que quería hacer, se acercaron juntos a donde Calandrio estaba sentado solo, y haciendo ver que no lo veían, comenzaron a razonar sobre las virtudes de diversas piedras, de las que Tomás hablaba con tanta autoridad como si hubiera sido un famoso y gran marmolista, escultor o picapedrero. A esta conversación pegó el oído Calandrio y después de un rato, poniéndose en pie, viendo que no era ningún secreto, se acercó a ellos, justo lo que pretendía Tomás; siguiendo con su verborrea, fue preguntado por Calandrio “dónde se encuentran estas piedras tan llenas de virtud”. 


Tomás contestó que la mayoría se encontraban en Bot, en tierra de catalanes, en una comarca que se llamaba Tierra Alta en la que las vides de ojo
de liebre se atan con longanizas y se obtiene una oca por un real y un pato de regalo, y hay allí una montaña llenita de arroz caldoso de galeras en lo alto en la que hay gentes que no hacen nada más que asar calçots, preparar salsa romesco y cocer escudella de caldo de capones, y luego lo aventan desde allí abajo, y quien más recoge más come; y allí al lado corre un arroyuelo de vino de garnacha negra como lágrimas de otoño del mejor que puede beberse, sin una gota de agua mezclada.
-¡Oh! -dijo Calandrio-, ése es un buen país; pero dime, ¿qué hacen de los capones que cuecen?

Contestó Tomás:

- Todos se los comen los catalanes. Va gente desde Prat de Compte, Batea, Gandesa, Pinell de Brai, La Fatarella, Caseres, Corbera d'Ebre, Horta de Sant Joan, Arnes, e incluso desde Paüls, cuyos habitantes abren antes la boca que los ojos.

Dijo entonces Calandrio:

- ¿Has ido allí alguna vez?

- ¿Dices que si he estado? ¡Sí, igual he estado una vez como mil!

- ¿Y cuántos kilómetros cuadrados tiene?

- Tiene más de un millón palmo arriba palmo abajo.

- Pues debe ser más allá de los Puertos.

- Exacto, -dijo Tomás-, cerca de la Fontcalda, fuente caliente, junto a la sierra de Pándols y de Caballos.


El tontico de Calandrio, viendo a Tomás decir estas palabras con una cara seria y sin reírse, les daba la fe que puede darse a la verdad más manifiesta, y por ciertas las tenía; y dijo:

- Demasiado lejos está de mis asuntos; pero si más cerca estuviese, sí te digo que iría una vez allí contigo para ver bajar esos calçots y comer escudella de capones hasta empacharme.

Pero dime; ¿en esta comarca del Matarraña no se encuentra ninguna de esas piedras maravillosas?

A lo que Tomás contestó:

- Si, se encuentran dos clases de piedras de grandísima virtud. Una son los pedruscos de Monserrate de Fórnoles, de los que se hacen muelas para moler la harina o las olivas empeltre, y por ello se dice en los países de más allá que de Dios vienen las gracias y de Fórnoles las piedras de molino; pero hay tan gran cantidad de estas piedras de amolar, que entre nosotros son poco apreciadas, como las esmeraldas entre los de Puigventós de la Figuereta, de las que hay allí una montaña casi tan alta como Montecaro, que relucen a medianoche como la aurora boreal. Quien puliera las muelas de molino y las hiciera engastar en anillos antes de que se las agujerease, y se las llevase al Molt Honorable, tendría lo que quisiera.



Monserrate de Fórnoles,
Monserrate de Fórnoles 


La otra es una piedra que nosotros los marmolistas llamamos
heliotropo, piedra de mucha mayor virtud, porque quien la lleva encima no puede ser visto por otra persona esté donde esté.
Entonces Calandrio dijo:

- Grandes virtudes son éstas; ¿pero esa segunda dónde se encuentra?

Tomás contestó que en los Comellassos se podía encontrar.

Dijo Calandrio:

- ¿De qué tamaño es esa piedra y qué color tiene?


Contestó Tomás:

- Es de varios tamaños, alguna es mayor, otra menor, pero todas son de color oscuro, casi negro.

Calandrio, habiendo advertido todas estas cosas, fingiendo tener otra cosa que hacer, se separó de Tomás y su colega, y se propuso buscar esta piedra; pero decidió no hacerlo sin que lo supiesen Bruno y Bufalmacho, a quienes quería mucho.

Se fue, pues, en su busca, para que sin dilación y antes que nadie más fueran a buscarlas, y todo el resto de aquella mañana lo pasó buscándolos. Al final, pasadas las tres de la tarde, acordándose de que trabajaban en una fábrica cerca de la tosquera, aunque el calor agrietaba las rocas, dejando cualquier otra ocupación, casi corriendo se fue donde ellos, y llamándoles les dijo:


- Compañeros, si queréis creerme podemos convertirnos en los hombres más ricos del Matarraña, porque le he oído a un hombre digno de fe que en los Comellassos hay una piedra que quien la lleva encima no es visto por nadie; por lo que me parece que sin tardar, antes que otra persona pueda ir, vayamos a buscarla.

Seguro que la encontraremos, porque sé cómo es; y cuando la hayamos encontrado, ¿qué tendremos que hacer mas que meterla en el morral e ir a las mesas de los cambistas en Valdarrores, que sabéis que están siempre cargadas de monedas de plata y bronce, y coger cuantas queramos? Nadie nos verá: y así podremos enriquecernos rápidamente sin tener que embadurnar los muros todo el santo día, como hacen los caracoles por ahí abajo sobre el azud.


Bruno y Bufalmacho, al oírle, empezaron a reírse por dentro; y mirándose el uno al otro pusieron cara de maravillarse mucho y alabaron la idea de Calandrio; pero preguntó Bufalmacho qué nombre tenía esta piedra. A Calandrio, que era de mollera dura, ya se le había ido el nombre de la cabeza; por lo que respondió:

- ¿Qué nos importa el nombre, puesto que sabemos la virtud? Yo diría que fuésemos a buscarla sin más tardanza.


- Pero bien -dijo Bruno-, ¿cómo es?


Calandrio dijo:

- Las hay de distintas formas, pero todas son casi negras como el azabache; por lo que me parece que debemos coger todas aquellas que veamos oscuras, hasta que lleguemos a ella; así que no perdamos tiempo, vamos.

Bruno dijo: - Para el carro. -


Y vuelto a Bufalmacho dijo:

- A mí me parece que Calandrio dice bien; pero no me parece que sea hora de ir porque el sol está alto y da de pleno en los Comellassos y habrá secado todas las piedras; por lo que algunas de ellas parecen ahora blancas, y en cambio, por la mañana, antes de que el sol las haya secado, parecen negras; y además, mucha gente hay hoy, porque es día laborable, en las fincas que van a Les Escales, que, al vernos, podrían adivinar lo que estamos haciendo y tal vez se pondrían a buscar ellos también; y podría llegar a sus manos la piedra y nosotros habríamos perdido el santo por la limosna. A mí me parece, si os parece a vosotros, que éste es asunto de hacer por la mañana, que se distinguen mejor las negras de las blancas, y en día festivo, así no habrá allí nadie que nos vea. -

Bufalmacho alabó la opinión de Bruno, y Calandrio concordó con ellos, y decidieron que el domingo siguiente por la mañana irían los tres juntos a buscar aquella piedra. Sobre todas las cosas les rogó Calandrio que con nadie en el mundo hablasen de aquello, porque a él se lo habían dicho en secreto.

Y hablando de esto, les contó lo que había oído de la comarca de la Terra Alta, afirmando con juramentos que era así.

Cuando Calandrio se separó de ellos, lo que iban a hacer sobre este asunto lo arreglaron entre ellos.

Calandrio esperó sin tartir (con ansiedad) el domingo por la mañana. Se levantó antes de cantar el gallo de Les Voltes, y llamando a sus compañeros, saliendo por el portal de San Roque hacia arriba, pasando Las Eras, La Nevera, dejando los freginals a la izquierda, trepando unas rocas, ya en los Comellassos, comenzaron a andar por un barranquillo hacia abajo, en dirección a La Cometa, buscando piedras por un pedregal.

Calandrio iba delante, más afanoso, y saltando rápidamente ora aquí ora allí, donde alguna piedra negra veía se arrojaba y cogiéndola se la metía en el seno. Sus compañeros andaban detrás, y de vez en cuando una u otra recogían. Calandrio no había andado mucho trozo y ya tenía el regazo lleno; por lo que, alzándose las faldas del sayo y haciendo con ellas un amplio refajo, habiéndolo sujetado bien con el cinturón por todas partes, no mucho después lo llenó y después de un rato, haciendo con la capa otro compartimento, lo llenó a caramullo de piedrecitas negras.

Viendo Bufalmacho y Bruno que Calandrio estaba cargado como el borrico de San Vicente y la hora de comer se avecinaba, según lo establecido entre ellos, le dijo Bruno a Bufalmacho:

- ¿Dónde está Calandrio? -


Bufalmacho, que lo veía allí junto a ellos, volviéndose en torno, y mirando acá y allá, contestó:

- No lo sé, pero hasta hace un momento estaba aquí delante de nosotros.-

Dijo Bruno:

- ¡Cómo que hace poco! Me parece estar seguro de que ahora está en casa comiendo y nos ha dejado a nosotros en el frenesí de andar buscando las piedras negras por estos Comellassos abajo. -

- ¡Ah!, qué bien ha hecho -dijo entonces Bufalmacho-, burlándose de nosotros y dejándonos aquí, ya que hemos sido tan tontos como para creerle. ¿Crees que habría alguien tan apamplado como nosotros que hubiera creído que en los Comellassos iba a encontrarse una piedra tan milagrosa?

Calandrio, al oír estas palabras, imaginó que aquella piedra había llegado a sus manos y que, por la virtud de ella misma, aunque estuviese él presente no lo veían.

Muy contento de tal suerte, sin decirles nada, pensó en volver a su casa, y con cuidado de no tropezar, fue bajando en dirección a la selva de La Cometa.

Viendo esto, Bufalmacho le dijo a Bruno:


- ¿Qué hacemos nosotros? ¿Por qué no nos vamos? -

A lo que Bruno respondió:


- Vámonos; pero juro a Dios que Calandrio no me hará ni una más; y si estuviese junto a él como lo he estado toda la mañana, le daría así con este guijarro en el talón que se acordaría un mes de esta broma.-


Y diciendo estas palabras y estirando el brazo, le acertó a Calandrio con el guijarro en el calcañar. Calandrio, sintiendo el tremendo dolor, levantó el pie y comenzó a resoplar, pero callando fue avanzando.

Bufalmacho, cogiendo uno de los
códuls que había recogido, le dijo a Bruno:

- ¡Mira este
barrócul: así le diese ahora mismo en los riñones a Calandrio! Y, soltándolo con toda su fuerza, le dio con él un gran golpe en la riñonada; y en resumen, de esta manera, ahora con una palabra y ahora con otra, por los Comellassos abajo, pasando La Cometa, la Prensa y entrando por el portal del Pilar, lo fueron lapidando.

Junto a la casa de Tachín, arrojando al suelo las piedras que habían recogido, se detuvieron un rato con unos guardias, que como estaban informados del plan, fingiendo no verlo, dejaron pasar a Calandrio con la mayor risa del mundo contenida. Este, sin pararse, llegó a su casa, que estaba en el Castellá; y tan favorable le fue la fortuna a la burla que mientras Calandrio por el barranco de La Cometa andaba y luego por la villa, nadie le dirigió la palabra, ya que encontró a muy pocos porque todos estaban comiendo.

Entró Calandrio cargado como un mulo de arriero en su casa. Estaba su mujer (que se llamaba Teresa), hermosa y valerosa, en lo alto de la escalera, y bastante enojada por su larga demora, viéndolo venir comenzó a gritarle con reproches:


- ¡Ya te trae el diablo, rufián! Todo el mundo ha comido ya cuando tú vienes a comer. -

Oyendo esto Calandrio, y viendo que lo veía, lleno de amargura y de dolor comenzó a gritar:

-¡Ay!, mala mujer, tú me has arruinado, pero por Dios que me las pagarás.-

Subió a una salita y descargó allí todas las piedras que había recogido, corrió furibundo hacia su mujer y, cogiéndola por las trenzas, la tiró al suelo, y allí, cuanto pudo mover los brazos y las piernas, tantos puñetazos y patadas le dio por todo el cuerpo, que no le dejó en la cabeza cabello o hueso encima que machacado no estuviese, sin valerle a ella para nada pedir merced con los brazos en cruz.

Bufalmacho y Bruno, después de reírse un rato con los guardianes del portal, con paso lento comenzaron de lejos a seguir a Calandrio; llegando junto a su puerta, escucharon la feroz paliza que a su mujer le daba, y fingiendo que llegaban entonces, le llamaron.

Calandrio, todo sudado, rojo y cansado, se asomó a la ventana y les rogó que subiesen donde estaba él. Ellos, mostrándose un tanto enfadados, subieron arriba y vieron la sala llena de piedras, y en uno de los rincones a la mujer despeinada, blanca como un papel y la cara llena de golpes, que lloraba desconsoladamente. Calandrio, aflojado y jadeante, extremadamente cansado, estaba sentado.

Después de haber mirado un rato dijeron:

- ¿Qué es esto, Calandrio? ¿Quieres hacer un muro, que te vemos con tantas piedras? Y además de esto, añadieron:

- ¿Y Teresa qué tiene? Parece que le has pegado; ¿pero qué es esto? -

Calandrio, agotado por el peso de las piedras y por la rabia con que le había pegado a su mujer, y con el dolor de la fortuna que le parecía haber perdido, no podía reunir aliento para pronunciar enteras las palabras de su respuesta; por lo que, dándole tiempo, Bufalmacho recomenzó:

- Calandrio, si estabas airado por algo, no debías por ello mofarte de nosotros; que, después de inducirnos a buscar contigo la piedra preciosa, sin decírselo a Dios ni al demonio de Queretes nos has dejado como a dos cabrones en los Comellassos y has venido a casa, lo que tenemos por muy gran maldad; pero por cierto que ésta va a ser la última que nos harás.


A estas palabras, Calandrio, esforzándose, contestó:


- Compañeros, no os enfurezcáis: las cosas han sido de muy distinto modo del que creéis. Yo, desventurado, había encontrado aquella piedra; ¿y queréis saber si digo la verdad? Cuando os preguntasteis la primera vez por mí el uno al otro, yo estaba a menos de diez brazos de vosotros, y viendo que os acercabais y no me veíais, fui tirando por delante de vosotros, y siguiendo un poco por delante así he llegado a casa. -

Y empezando por un extremo, hasta el final les contó lo que habían hecho y dicho ellos, y les mostró la espalda y los calcañares, cómo los habían dejado los guijarros, y luego siguió:

- Y os digo que, entrando por el portal del Pilar con todas estas piedras encima, nada me dijeron (aunque sabéis lo desagradables y molestos que suelen ser) los guardas que lo quieren mirar todo, y además de esto, he encontrado por la calle a muchos de mis compadres y amigos, que siempre suelen dirigirme algún saludo e invitarme a beber de su bota, y no hubo ni uno que me dijese media palabra, como que no me veían.

Al final, llegando aquí a casa, este diablo, esta maldita mujer se me puso delante y me vio, porque, como sabéis, las mujeres hacen perder la virtud a todas las cosas; así que yo, que podía decirme el hombre más venturoso de Beceite, me he quedado el más desventurado: y por ello le he pegado tanto cuanto he podido mover las manos y no sé qué me ha detenido de cortarle las venas, ¡maldita sea la hora en que primero la vi y cuando vino a esta casa!


Y encendiéndose de nuevo en ira, quería levantarse para volver a pegarle otra paliza. Bufalmacho y Bruno, oyendo estas cosas, ponían cara de extrañarse mucho y con frecuencia confirmaban lo que Calandrio decía, y sentían tan grandes ganas de reír que casi estallaban; pero viéndole furioso levantarse para sacudir otra vez a su mujer, saliendo a su encuentro lo retuvieron diciéndole que de estas cosas ninguna culpa tenía su mujer, sino él que sabiendo que las mujeres hacían perder la virtud a las cosas no le había dicho que no se pusiera delante aquel día; de esta precaución Dios le había privado o bien porque la suerte no debía ser suya o porque tenía en el ánimo engañar a sus compañeros, a quienes, cuando se dio cuenta de haberla encontrado debía descubrirla. Y después de muchas palabras, no sin gran trabajo reconciliando con él a la mujer apaleada, y dejándolo melancólico en la casa llena de piedras, se fueron.

lo heliotropo de Beseit


Versión de una novela del Decamerón , de Giovanni Boccaccio. 

miércoles, septiembre 12, 2018

Las cabras monteses de Beceite ya caminan a dos patas

Las cabras monteses de Beceite ya caminan a dos patas

Las cabras monteses de Beceite ya caminan a dos patas

La cabra montesa ibérica (Capra pyrenaica, Schinz 1838) es un endemismo de la Península Ibérica que en los últimos siglos ha sufrido la pérdida de dos de sus cuatro subespecies (C. pyrenaica pyrenaica y C. pyrenaica lusitanica, actualmente extintas, C. pyrenaica hispanica y C. pyrenaica victoriae). 

https://eprints.ucm.es/27433/1/141.pdf


La taxonomía para esta especie, al igual que para el género Capra, plantea un debate ya que la taxonomía habitualmente empleada se basa en caracteres morfológicos, tales como la morfología de los cuernos o el pelaje, que muchos autores sugieren que no son suficientes para definir una especie o subespecie.

Los distintos problemas de conservación que plantea esta especie, así como su valor añadido por ser la pieza de caza mayor más importante de la Península, hacen que la gestión de esta especie sea una prioridad tanto desde el punto de vista biológico como socioeconómico.

En este trabajo, se aplican las técnicas moleculares utilizadas en los estudios de ADN antiguo para investigar la historia paleo-genética de la cabra montesa en el yacimiento de Chaves (Huesca). Con los datos obtenidos se pretende analizar las relaciones filogenéticas entre las distintas subespecies de la Península así como las fluctuaciones demográficas y cambios en diversidad genética a través del tiempo.

Este tipo de estudio es importante ya que nos proporciona información sobre los cambios genéticos sufridos por esta especie a través del tiempo y que han llevado a sus poblaciones a su situación actual. Por ello, esta información puede ayudar a tomar decisiones más fundamentadas para su gestión.

El estudio consistió en la amplificación y análisis de tres fragmentos del gen mitocondrial citocromo b de diecinueve muestras del yacimiento de Chaves de contextos neolíticos y paleolíticos. El análisis muestra, por un lado, una continuidad poblacional desde el Paleolítico hasta el presente en el yacimiento sin flujos genéticos externos y, por otro lado, una disminución de la diversidad genética desde el Paleolítico hasta el Neolítico sugiriendo que la reducción de biodiversidad que terminó con la extinción del bucardo ya estaba presente en el Neolítico.

El estudio de las relaciones filogenéticas estimado por inferencia bayesiana agrupa en el mismo clado la cabra montesa y el íbice, apoyando este estudio la teoría de una sola ola de migración del género Capra en Europa seguido de una separación geográfica y especiación.








http://www.historianatural.org


Phylogeny and local evolution of The Iberian Wild Goat (Capra pyrenaica) in the Quaternary site of Chaves (Huesca, Aragon, Spain)

Este vídeo es mío, sin sonido, mala calidad, Parrizal :




lunes, febrero 26, 2018

Portfolio

  Ramón Guimerá Lorente, Moncho de Beceite, Beseit


kweichow moutai (licor chino)










Dante Alighieri (varios idiomas)
















viernes, enero 05, 2018

Viajar a ratos, Beceite, Beseit, joya, Matarraña

https://viajararatos.blogspot.de/2016/07/beceitebeseit-una-joya-del-matarrana.html

Todas las fotos en la web.

Ya sabéis que me encanta la comarca del Matarraña (varias entradas en el blog lo confirman). Tiene pueblos, todavía semiocultos al turismo de masas, que conservan un ambiente genuino, relajado, verdaderas joyas escondidas que me encanta visitar como son Ráfales, Valderrobres, La Fresneda, Calaceite...

El Matarraña queda muy cerca del Bajo Aragón y tradicionalmente ha habido una relación muy estrecha entre las dos comarcas. Desde mi pueblo, Castelserás, se llega en poco tiempo.

De todos ellos Beceite / Beseit destaca por su espectacular naturaleza. Es el pueblo ideal para disfrutar de uno de los placeres del verano: bañarse en un río de aguas frescas, limpias y transparentes. Porque si algo no falta en Beceite son ríos, por el pueblo pasan tres: el río Matarraña cuyo cauce conforma la ruta del Parrizal/Parrissal, el río Ulldemó en el que se encuentra la Pesquera/Peixquera, y por fin el río Pena, que baja del embalse de Pena, que riega los campos de Beceite y Valderrobres. //Los de Beceite poco//

Este fin de semana de mediados de julio hemos estado en Beceite. Fuimos directamente al Parrizal/ Parrissal a pasar el día por esta ruta sencilla, que va paralela al río Matarraña durante unos 5 km hasta llegar a un estrecho cañón de 60 m de alto por 2 de ancho, unida por una fresca poza que invita al baño, aunque los carteles indican una y otra vez que está prohibido bañarse. //Desde la toma de agua está prohibido//

El Parrizal se encuentra a unos 7 km de Beceite; es tan visitado que, desde hace unos años, se ha intentado regular cobrando el acceso al parquin. Se paga 8 €/coche; o 2€ si estás alojado en el pueblo. En este caso hay que pedir el billete en el hotel o casa de turismo rural.

La ruta empieza por un amplio sendero, protegido por las sombras de los pinos y carrascas que huelen intensamente y amenizado por el cricri de las chicharras. A los pocos minutos se llega a las pinturas rupestres de la Fenellasa, protegidas por una valla, que no impide ver las esquemáticas figuras rojizas. Un poco más adelante se encuentran las ruinas de un antiguo almacén minero y enseguida llegan las pasarelas de madera para salvar el río Matarraña, que se cruza y descruza varias veces.

En el recorrido sorprenden las originales formas rocosas de las paredes de piedra. Esculturas que el agua y el viento han ido formando a lo largo de miles de años. Me apropio de la exclamación de un niño: ¡Mira, si parecen chimeneas!.

Volvimos al pueblo y al atardecer salimos a recorrer sus calles.
Beceite está construido en las laderas de una colina con empinadas cuestas que suben y bajan. Tiene la estructura de una fortaleza con varios arcos de piedra que son las puertas de acceso al pueblo. Abundan las casonas construidas con grandes sillares de piedra y portalones que recuerdan un pasado de abundancia, seguramente se construyeron en los siglos XVIII y XIX cuando florecieron en Beceite las fabricas papeleras que se abastecían de agua del Matarraña.

Uno de los lugares más bonitos del pueblo es la Font de Rabosa (fuente del Zorro), que se encuentra en pleno casco urbano. Son unas pozas en el río Matarraña, piscinas naturales donde el agua salta de una a otra en cascadas, a las que desde siempre acuden a bañarse los vecinos de Beceite.

En Beceite y los pueblos del Matarraña se habla el Chapurriau, el idioma de la franja (del meu cul) que es una mezcla de occitano, catalán, valenciano, aragonés, castellano y otros idiomas romances.

La mañana del domingo nos acercamos a La Pesquera, zona de pozas en el río Ulldemó, donde pudimos disfrutar de la espectacular naturaleza de este río que discurre entre bloques de piedra, sierras, pinos y matas de boj. Como apellido hay Boj, Boix, Buj.

El acceso a La Pesquera también está regulado.

A lo largo de 7 km de río se van encontrando espacios habilitados y limitados para aparcar y poder acceder a cualquiera de sus 15 pozas naturales. Nosotros nos quedamos en la 11, de muy fácil acceso y con una zona de poca agua adecuada para los niños y varias pozas profundas para poder nadar . Se llena pronto, pero como el número de coches es limitado se está tranquilo. Pasamos la mañana nadando en las pozas del río, disfrutando del placer de esta naturaleza (casi) virgen y cuando el calor apretaba nos alejamos del lugar con la idea clara de volver pronto.

// Ere lo toll de capons //

Toll de capons, Pesquera, Peixquera, Beceite, Beseit

Escudo, Beceite, Beseit, heráldica

https://dibujoheraldico.blogspot.com/2014/11/beceite-beseit.html

la-popular-sansense-historia vallespi-homenaje-beceitano


Para la entrada anteriormente enlazada quiso ilustrar la publicación con el escudo de Beceite. Para ello se sirvió del blog para conocer las pautas del diseño heráldico y sus normas.

Realizó él mismo un escudo basándose en el que aparece en la web de ese municipio perteneciente a la parte chapurriauparlante de Teruel. Identifiqué en su elaboración mi propio diseño de la corona de duque, que no es la que le toca, y el toro de sable. Dado que la posición del toro no es la habitual y que me parece extraño el uso de esa corona en este escudo insté a Josep Cortés a investigar un poco más sobre el tema.
Al poco tiempo recibió un correo de un cronista de Beceite el cual le indica que el escudo verdadero es otro:




Escudo, Beceite, Beseit, heráldica

Escut truncat: 1er d'or, quatre pals de gules; 2on d'or, un bou de sable. Al timbre, corona reial.
A Beseit no se diu ni pal ni reial.


No os extrañéis si pasáis por la comarca de Matarraña y os dicen que ese municipio se llama Beseit ni tampoco poner cara de poker cuando en algunos municipios de Aragón colindantes con Cataluña sentáis hablar a la gente entre ellos en catalán.
Por cierto, si os gusta los lugares con encanto, la comarca de Matarraña/Matarranya es un lugar que os recomiendo sin problema alguno.

A partir de este escudo os presento el que parece ser el escudo de Beceite. Os lo presento en el idioma habitual y tradicional de los beseitanslo que los del PP de Aragón llaman, sin complejo alguno, LAPAO (Lengua Aragonesa Propia del Area Oriental).

Los aragoneses que hablaban catalán dejaron de hacerlo para pasar a hablar, de un día para otro, el LAPAO, de la misma forma que los aragoneses que hablaban el aragonés pasaron a hablar el LAPAPYP (Lengua Aragonesa Propia de las Areas Pirenaicas y Prepirenaicas).
Ahora os presento el blasón en castellano.
Curiosamente al castellano no lo han renombrado, así que para no discriminar al idioma de Cervantes os propongo llamarle LAPOLLA (Lengua Aragonesa Propia de Otros Lindos Lugares de Aragón).


Yo parlo lo chapurriau

Bando en aragonés medieval, 1196, Osca, Huesca, del rey Pedro II, al que ya le tocaban los cojones los catalanistas, pero era su rey, incluso el de los republicanos 😂


bandera, Corona de Aragón

Barras de Aragón

domingo, septiembre 17, 2017

Curioso incidente iglesia San Bartolomé

Eva Defior , La Comarca

Hoy, domingo 17 de septiembre de 2017, ha ocurrido un curioso incidente durante la homilía en la iglesia parroquial San Bartolomé de Beceite , en la comarca del Matarraña.


Mientras se celebraba la misa en honor a Santa Hilegarda de Bingen , un desconocido interrumpió el sermón del párroco Mosén Foten por tres veces, negando la veracidad de las palabras del santo libro




Curioso incidente iglesia San Bartolomé, Matapaelles, Sardina


Durante el sermón de Lázaro resucitado por Jesús, recitaba el cura :

Esta era la clave y el propósito de Jesús cuando él dijo: “Lázaro no está muerto, solo duerme, así que quedémonos unos días más por aquí”.

Y el desconocido gritó: "Eso es mentira !"

Nadie se atrevió a girarse, agacharon la cabeza, y continuó el mosén :

"Por aquel tiempo se celebraba una boda en Caná de Galilea, cerca de Nazaret, y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara el vino, le dice su madre a Jesús: «No tienen vino». Jesús le responde: «Mujer, ¿qué nos va a mí y a ti? Todavía no ha llegado mi hora». Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que él os diga».
Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los jodíos, de unos cien litros cada una. Les dice Jesús: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. «Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala». Ellos se lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde venía (los sirvientes, que habían sacado el agua, sí lo sabían), llama al novio y le dice: «Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya todos están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora».
Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus signos. Y manifestó su Gloria (Borles), y creyeron en él sus discípulos. Después bajó a Cafarnaúm con su madre, sus hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron allí muchos días. Se acercaba la Pascua de los jodíos y Jesús subió a Jerusalén."
El desconocido saltó, con voz más alta: "Eso es mentira !" , señalando con el dedo al cura.
Nadie se movió, encogieron los hombros, y continuó leyendo el párroco :


Los milagros de Jesús son cuantiosos, entre ellos hablaré hoy de dos de ellos:

La Resurrección del niño caído en una terraza. Acusan a Jesús de haber hecho caer al niño y Jesús lo resucita. 

Un sordomudo en la Decápolis (Mc. 7:31-37): a quien sanó metiéndole los dedos en los oídos, escupiendo, tocándole la lengua y diciendo: "Effatá", que significa "ábrete".

El desconocido negó por tercera vez : "Eso es mentira ! " , esta vez con una voz poderosa, parecida a la de Herodes, cuando lo interpreta Enrique Segurana Celma de Valdarrores en Navidad

Todos los asistentes a la misa dominical torcieron el cuello hacia atrás al unísono. 

En el último banco, cercano a la portalada de salida y las escaleras que suben al campanario, había un hombre con túnica blanca, sandalias de cuero (abarques), barba tipo hipster de color castaño. 

Jesús, Jesucristo , sentado, Beceite, iglesia, Beseit
Imagen de Greg Olsen

Nadie se había percatado de su entrada y ahora lo miraban todos estufefactos. 
Se levantó, salió de la iglesia con paso pausado, y se desvaneció por la calle Doctor Fleming hacia lo castellá

Kim Tomás del bar la plaza y un grupo de veraneantes afirman que bajaba la cuesta cantando "arriba con el tirolirolí, abajo con el tirolirolero, era un baile de moda en los cuarenta, y ahora en los ochenta, enrolla mucho más". 

El grupo estaba formado por Toni, Patxi, Esteban, Marta, Ramón, Andreu, Enric, Xavier, Manolo, José Luis, Oriol, Esther, y los dos nietos de Elvira, según me ha contado Valentín, un hombre muy simpático y hablador que vive en esta calle tan empinada que lleva el nombre del inventor de la penicilinaPenicillium notatum

Este incidente ha sido comunicado al obispo y al cardenal Omella, de Cretas para su investigación.

Vídeo del Cardenal Omella en Roma , cantando La Palomica de José Iranzo, el pastor de Andorra