Mostrando las entradas para la consulta sierra ordenadas por fecha. Ordenar por relevancia Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta sierra ordenadas por fecha. Ordenar por relevancia Mostrar todas las entradas

domingo, noviembre 18, 2018

bayt Zayd (Abū Zayd)




Reino de Valencia 1238-1707


https://kerchak.com/el-reino-de-valencia-1238-1707/



El reino de Valencia (1238-1707) El imperio almohade entró en descomposición tras la batalla de Las Navas de Tolosa (1212), ganada por los hispánicos coaligados. Tampoco los almohades habían sabido dar coherencia y efectividad a su dominio. Balansiya, o Valencia, una de las taifas musulmanas de Sarq al Andalus (oriente de Al ándalus) era gobernada por el príncipe Abū Zayd, nieto del fundador del imperio, que no pudo sofocar la insurrección de Ibn Hud de Murcia ( 1228), al que se sometió Alzira y todo el territorio valenciano meridional. Entonces surgió en Valencia un caudillo local, Zayyan, nieto de Ibn Mardan, que al frente de los enemigos de los norteafricanos, obligó Abū Zayd a huir a Segorbe y buscar la protección de Jaime I.


WIKI : BECEITEEl nombre deriva del árabe bayt Zayd بيت زيد la casa de Zayd. La existencia en Aragón de diversos topónimos con la palabra Zayd (Calaceite, Zaidín, La Zaida, Vinaceite, Binaced, etc.) sugiere la presencia de la minoría xiíta zaydí en los distritos al Este de Saraqusta. En chapurriau el nombre es Beseit. En documentos de los siglos XVII y XVIII aparece como Bezeite y Bezeyte.


http://www.descubriendopinturasrupestres.com/2017/09/el-legado-templario-del-matarrana.html

El prudente Conde de Barcelona Ramón Berenguer IV con el fin de contentar a los Templarios y aumentar la vigilancia, conservación y defensa de Tortosa y demás pueblos conquistados, les dio en Beceite todas las tierras, huertos y olivares que habían sido de Abdelah, Abumceit, Móndir, Abumbocary Azaneti (DOC.229 y 281 del Cartoral del Temple de Tortosa)

http://etimologias.dechile.net/?aceituna

La palabra aceite viene del arameo zayta a través de azzayt en árabe. En arameo, el sufijo -tuna es un diminutivo, entonces aceituna sería "el pequeño aceite". ... El árabe زيتون zaytūn "olivo" es el que viene del arameo ܙܰܝܬܳܐ (zaytā), que, como el hebreo זַיִת (zayit), no significa "aceite", sino "olivo".

Vinaceite Bajo Martín


El nombre de Vinaceite proviene del nombre de un clan-familia musulmán llamados los "Banu-Said" (los hijos de Said). Con la dominación cristiana y por evolución fonética, pasó a llamarse "Binacey". Ya en época moderna tomó el nombre definitivo de "Vinaceite"".


https://es.wikipedia.org/wiki/Zaid%C3%ADn_(Granada)



Fracasó una contraofensiva de Abū Zayd con el concurso de aristócratas aragoneses, pero sin la ayuda del rey, entonces atareado con la expedición a Mallorca. Abū Zayd se convirtió al cristianismo, se convirtió en un señor feudal aragonés y cedió sus derechos al obispo de Segorbe. El susodicho Ibn Hud de Murcia, valiente y fanático antialmohade que llegó a dominar casi todo Al Andalus, atacó la ciudad de Valencia dominada por Zayyan, pero tuvo que levantar el cerco cuando el rey de León Ferran II apoderó de Mérida Badajoz. Zayyan, atrevido, aprovechando la estancia en Mallorca de Jaime I, atacó Ulldecona, pero infructuosamente.



taifas, Aragón, Valencia

Jaime I inició formalmente la conquista de Valencia con la toma de Burriana en 1233 (en aquel tiempo el término de Burriana comprendía los actuales de Burriana, Villarreal y Les Alqueries). Zayyan, encerrado dentro de las murallas de Valencia, no osaba hacer frente a las incursiones de Jaime I, el cual en 1236 se apoderó del Puig, la posición clave septentrional de Valencia. Zayyan intentó recuperarla pero fue derrotado el 1237. Entonces Jaime I puso sitio a la ciudad de Valencia, y Zayyan pidió socorro a Abū Zakariya, reyezuelo de Túnez, que le envió doce galeras, las cuales sin embargo, no desembarcaron. Zayyan, entonces, entregó la ciudad a Jaime I el 28 de septiembre de 1238. 

Después de la muerte de Ibn Hud, los murcianos, insatisfechos con sus sucesores, llamaron Zayyan, el destronado reyezuelo de Valencia que se había instalado en Dénia, el que los gobernó sólo ocho meses (1.239), por cuanto fue reinstaurada en Murcia la dinastía los Banu Hud. Sin embargo, en 1243 el reyezuelo murciano aceptaba el protectorado que le ofrecía el rey de Castilla, aunque fue necesario que los castellanos se ampara por la fuerza de la mayoría de los castillos de Murcia. El trato duro de los castellanos provocó la sublevación de los moros murcianos, que fueron dominados por Jaime I (1266).

Las autoridades y la población musulmanas de las localidades murcianas fueron sustituidas por castellanos, excepto Crevillente, que permaneció con su población y organización sarracena intacta, gobernada por su rey Ibn Hudayr, hasta la integración del territorio en el Reino de Valencia por Jaime II en 1296, confirmada el 1304. Crevillente constituyó un enclave de señoría musulmana en tierra de cristianos, la autonomía del que fue respetada hasta en 1317.

entrada, Jaime I, Jaume I, Valencia, València, Balansiya

La conquista de las tierras valencianas, sin embargo, comenzó de forma casual con el inesperado éxito de Blasco de Alagón en Ares y Morella, al final del 1232 que obligó Jaime I -hasta entonces ocupado con Mallorca- a interesarse en los posibles acontecimientos bélicos que se produjeran y aun encabezar los mismos.

La reunión de Alcañiz del comienzo del 1233, que reunió el rey, el maestro del Hospital, Hugo de Forcalquier y Blasco de Alagón comportó por primera vez la planificación oficial de la conquista, que fue proyectada en tres etapas. La primera, tras la cesión de los derechos adquiridos por Blasco de Alagón, se centró completar la expansión militar de la región castellonense: toma de Burriana (1233), Peñíscola, Xivert, Cervera, Pulpis, Castellón, Borriol, las Cuevas de Vinromà, Vilafamés, etc, salvo algunos núcleos aislados de la agreste sierra de Espadán.

La convocatoria de cortes a catalanes y aragoneses en Monzón en 1236 y la concesión de la bula de la cruzada por parte del papa Gregorio IX en 1237 inició la segunda fase, que tuvo por objeto la toma de la ciudad de Valencia (1238) y de la llanura valenciana hasta las inmediaciones del Júcar. Finalmente, después de una tregua con los musulmanes, que el rey aprovechó para la puesta en marcha del nuevo reino. En 1243-45 Jaime I puso fin a la conquista hasta los límites que los anteriores tratados con Castilla de Tudillén y de Cazorla le habían impuesto, ratificados de nuevo a Almizrra (1244).

Llibre dels fets

La falta de repobladores para ocupar todo el Reino, además de los compromisos contraídos de no expulsión de los musulmanes, obligó al rey a ceder la mayor parte del ámbito rural a los señores conquistadores, lo que motivó el origen del latifundio continental. Una serie de factores que arrancan de los mismos días de la conquista modelaron, por tanto, una gran parte de la historia del Reino de Valencia, caracterizada por la demografía (con una triple influencia, de elementos cristianos aún en minoría catalanoaragonesa, de una amplia masa musulmana vasalla y de una potente minoría semita), por la economía (predominio de la agricultura extensiva, continental, seguida de cultivos hortícolas litorales, muy pronto comercializados en el exterior con la creación del Consulado de Mar el 1283) y por el derecho, con la aplicación de diferentes cartas de poblamiento.

Jaume I


La primera etapa conquistadora fue llevada a cabo mayoritariamente por la nobleza aragonesa y para caballeros fronterizos de Aragón, que concedieron cartas puebla a fuero de Zaragoza fuero de Aragón. En 1240 el rey promulgó la Costumbre de Valencia, con el propósito de aplicarlo en todo el reino, y en 1261 fue incluido en la redacción de los Fueros de Valencia, que compitieron con la legislación aragonesa.
Pedro II, 1196, aragonés
Pedro II, 1196, aragonés

Sin embargo, al compás de la ampliación del código valenciano se iba registrando una oposición más y más grande por parte de los señores con posesiones al reino que querían asegurarse el predominio jurídico y también el social y económico. Así, la gran nobleza, radicada en Aragón o establecida en Valencia pero coaligada en una liga opuesta al poder real -la Unión-, obtuvo ciertos éxitos en aprovechar la delicada situación de Pedro el Grande, derivada de su intervención en Sicilia (1282). 
En la corte de Zaragoza del 1283, el rey juró todos los privilegios del reino de Aragón y los hizo extensivos a todos aquellos que quisieran observar el Fuero de Aragón en el Reino de Valencia. No fue hasta el reinado de Alfonso III (1327-36) que se adoptó una solución intermedia al problema foral que finalmente favoreció la nobleza y trajo como consecuencia la creación de un importante régimen señorial en Valencia.
El verdadero conflicto de las Uniones estalló en forma bélica en el reinado de Pedro III, tomando como pretexto el propósito antiforal del rey de nombrar como heredera a su hija Constanza en perjuicio de su hermano y de sus hermanastros, ambos hijos de Leonor de Castilla.

La reacción de los afectados cristalizó finalmente en la reactualización de la Unión aragonesa y en la aparición de una nueva Unión: la valenciana. Pero después de los acontecimientos de la primavera de 1348, en que el rey quedó en Valencia humillado a merced de los sublevados, Pedro III huyó a Teruel, donde organizó las tropas realistas. Habiendo conseguido estas la victoria sobre la Unión, la represión, además de las incautaciones económicas, se caracterizó por su crueldad.
El fracaso de la Unión significó el fracaso de las posibilidades pre-burguesas del Reino de Valencia a mediados del s.XIV y la consolidación aún más fuerte de la causa nobiliaria. Esto explicaría en parte la alianza de los reinos de Valencia y
Aragón
frente al Principado en la coyuntura del compromiso de Caspe.

Este mapa es de 1653 y Lérida y Tortosa ya eran catalanas

Este mapa es de 1653

//

La población del área leridana en 1238 no superaba los 5.000 habitantes, de los cuales un pequeño porcentaje fueron a enseñarles hablar a más de 150.000 valencianos. Claro que sí, guapi.

viernes, noviembre 09, 2018

Lobo blanco, Puertos de Beceite


Josep Maria Massip Gibert. Naturalista licólogo, Banyoles (Pla de l’Estany)

Leed el texto en la web original, con imágenes y un gráfico de ataques


https://metode.es/revistas-metode/article-revistes/el-lobo-blanco-de-els-ports.html



Lobo blanco, Puertos de Beceite


Nuestro colaborador de Paüls (Baix Ebre), que abre antes la boca que los ojos, Jaume Benaiges ha localizado en el archivo parroquial del pueblo evidencias documentales de una tragedia, sin sospechar que formasen parte de una serie de víctimas infantiles atribuidas a carnívoros antropófagos. Unos hechos que sucedieron en el macizo de Els Ports y que al cabo de más de 150 años son difíciles de evaluar. Se hace necesario analizar más casos de Cataluña y sobre todo de Francia, donde resuenan las muertes por unas bêtes que continúan generando debate y atención mediática.



hiena, El lobo blanco, puertos, Beceite, blancota, Beseit


En el Boletín de Historia y Geografía del Bajo Aragón, de los meses de marzo y abril del 1908, encontramos:

- Marín y Vidal, hablando de Peñarroya en su libro La Provincia de Teruel, pág. 147, dice: 


“El año 1835 apareció en los puertos de Beceite una hiena á la que las gentes bautizaron con el nombre de el lobo blanco que fué por espacio de varios años el terror de todos los pueblos próximos á la referida sierra.
Esta fiera penetraba en los cementerios y desenterraba los cadáveres, y llegaba á las cercanías de las poblaciones y acometía á los niños.
En Peñarroya hizo cuatro víctimas en distintas ocasiones. La última fué un muchacho de 14 años que murió entre las garras de la fiera el día 3 de Mayo de 1839. Alarmóse la población, salieron todos los cazadores en persecución de la feroz bestia y aquel mismo día fué muerta en la canal de En Pavía por D. Juan Antonio de la Torre, que era una de las personas más distinguidas de Peñarroya y el mejor tirador del país. José de la Torre, hijo de Juan Antonio, tenía trece años cuando su padre mató a la fiera misteriosa. Más adelante dejaría un escrito donde recordaba qué pueblos fueron los afectados entre aquellos 1835 y 1839: Paüls, Arnes, Miravet, Horta de San Juan, Cretas, Torre del Compte y Peñarroya, finalizando el párrafo con un etcétera que hace plantear más interrogantes. Menciona tres víctimas infantiles indicando las fechas y los lugares de los ataques, con los nombres y datos de los padres. Informa de una niña y un niño que tenían nueve años de edad y de un tercer niño de catorce. Una niña solo resultó herida. Cinco ilustres cazadores protagonizarían una batida para intentar hacerse con el animal, batida que fue desde el Cap de la Vinyassa hasta el río de la Canal. El padre del cronista fue quien lo vio primero. Al salirle a cincuenta y cuatro pasos, pudo dispararle la bala que le atravesó el cuerpo. Lo más curioso del escrito es cuando afirma que posteriormente se descubrió que aquella bestia era una hiena que se había escapado de «unos desbravadores» o domadores de circo. Abatiendo la fiera exótica de un hipotético circo, se debería haber acabado con el problema, aunque ahora se podrían cuestionar muchos de los detalles si tuviésemos más informaciones. Pero el documento hallado recientemente en Pauls nos anima a dedicar nuestra atención a estas seis víctimas. Más aún porque en el obituario el entonces rector Ramon Valls atribuye las muertes al lobo. Algunos curas omitían las causas de defunción, excepto cuando alguien no recibía los sacramentos. Contrariamente, aquí se consignan casi todas, a pesar de que el mosén sea lacónico cuando lo escribe.


Los historiadores dicen que el origen de los registros parroquiales viene del año 1348 a raíz del alud de víctimas de la peste negra. Las ceremonias religiosas se multiplicaban y había que controlar los cobros. Aun cuando no hubiese intención de que las generaciones futuras pudiesen guardar memoria de algunos hechos, muchos sacerdotes debían intuir esta conveniencia y gracias a ellos encontramos detalles valiosos para investigar. Veamos, si no, los datos de Pauls mencionados en el encabezamiento. El 11 de junio de 1838, en el camino que va a San Roque, arriba del Freginal de la Retora, se encuentran «las reliquias ó restos del cadáver que ha degollado y en parte devorado un lobo a las diez de la mañana de hoy…». Pertenecen a la niña de siete años Juliana Cortilla Fandos. El 7 de agosto de 1838, en la Solana d’Emperia [sic] localizan los restos «que no se comieron los lobos […] y se dijo ser el de Cosme Tarrega Celma», un zagal de trece años. Diez días después, el 17 de agosto de 1838, se entierra el cadáver de Josep Sanz Lluís. Se había encontrado muerto en los prados «de más abajo del mas de Agustí». La defunción podría ser por el mismo motivo que las otras, pero el cura no lo anota. ¿O quizá es que no ve clara la causa? La víctima parece que tiene catorce años. El 24 de agosto de 1838 dice que Tomasa Laloma Martínez «fue degollada por un lobo en la heredad de sus padres llamada la Coma y cuasi a la vista de los mismos». Tenía cartorce años. Mosén Valls esta vez debe considerar que una muerte tan dramática requiere que se anote con más precisión. El 13 de septiembre de 1838 una nueva víctima de diez años, Francesca Sanmartí Gracià, «fue degollada por un lobo en el barranco de les Ferreres». En los meses siguientes, se puede suponer que por el éxito de la batida de Peñarroya, no habrá otros casos. En cambio, en Pauls faltaba un último desenlace fatal. El 28 de mayo de 1839, ocho días después de haber matado la supuesta hiena del Matarraña, entierran a Benet Gabriel Viña, de siete años, por «mordedura de un lobo». No se indica dónde pasó, si bien se deduce que estaría herido gravemente de antes, y es el único caso con «Misa de Cuerpo presente» y que «recibió el Santo Sacramento de la Extremaunción». La Extremaunción entonces era la unción in extremis, administrada cuando la muerte se veía venir. A los otros los habían depositado directamente en el cementerio. Se trataba solo de restos y a menudo se lee «no recibió Sacramento alguno». En todos los casos del pueblo, los escritos no hacen concesiones; no se llama «lobo blanco» a la fiera, ni «hiena», ni «bestia diabólica», a pesar de que podríamos intuir que en aquellos territorios se sintiese pánico. En circunstancias así, únicamente se entendería que si los niños continuaban arriesgándose por los alrededores, era porque debían considerarse imprescindibles en las labores del campo o haciendo de pastores. Constatación que ahora veríamos como de irresponsabilidad de los padres, a menos que entonces una desgracia de estas aún se asumiese como inevitable. Actualmente también sabemos que circular en coche puede tener riesgos y no nos privamos de ello.



Para poder ocupar espacios productivos amenazados por los depredadores, la lucha de nuestros ancestros, que aún depredaban más, tuvo que ser cruel y dolorosa durante generaciones, pero los humanos no solo queríamos sobrevivir. Lo arrasamos todo hasta provocar que muchas especies desapareciesen. Una de las afectadas fue el lobo, y en la península Ibérica hace solo casi un siglo que se extinguió de los territorios mediterráneos y de bastante más allá. Sin memoria de las épocas en que esta fiera se consideraba habitual aquí, hemos perdido infinidad de pautas sobre cómo nos debíamos comportar para prevenirnos y defendernos, aunque más a menudo actuasen movidos por la indignación por los daños, o bien se resignasen a la fatalidad y no hiciesen nada. Existía todo un mundo de estrategias o de infortunios, así como de actitudes a la hora de enfrentarse a los depredadores para subsistir o de arriesgarse para disponer de más recursos. Muchas veces la gente se dejaba la piel porque la intención de enriquecerse les hacía exponerse más. Ya en siglo xx el rastro de las desgracias se olvidaría, enterrado con los recuerdos de los más viejos, que se asilaban o bien quedaban inmersos en los suburbios industriales de muchas ciudades. El desarrollo desbocado pasaba por alto la consideración ética del entorno, aunque el contacto con la naturaleza y sus valores empezaba a añorarse. Otra visión sustituiría la realidad dura y vivida. Faltaba poco para que se propiciase una cierta nostalgia, quizá bucólica. El lobo corría un peligro inminente de extinción irreversible en buena parte de Europa y los movimientos conservacionistas querían que se diese una nueva oportunidad para cohabitar con la fiera más legendaria del hemisferio norte. Se implantarían acciones de recuperación y la finalidad sería la de salvar Canis lupus. Pese a las treguas humanas, hoy aún no es posible sacarlo de muchas listas de especies amenazadas, pero determinados núcleos de varios países se han recuperado y se expanden. Para favorecer estos intentos, con buena fe o desconocimiento histórico y situándose en uno de los extremos ideológicos, aparecían los que negaban a ultranza cualquier indicio de víctimas humanas atribuidas al lobo. Datos que también se van encontrando en Cataluña, aunque de manera exigua quizá porque se ha investigado poco. En esta reflexión tenemos que preguntarnos: ¿Una hiena podría vivir durante cinco años en Els Ports? ¿Sería albino el animal? ¿Existió el circo de que habla la crónica? ¿Por qué la gente, que entonces conocía bien al lobo, lo llamaba «el lobo blanco»? ¿O es que se trataba de un lobo albino singular o de pelaje claro por ser viejo? ¿No sería un mastín cruzado con lobo? ¿O un perro asilvestrado? La diagnosis no se puede aventurar sin más pruebas. Debemos advertir que la impunidad de que se gozaba en todas partes cargando al lobo con las culpas fue real y documentada, hasta que llegó la criminología moderna. Ahora obtendríamos muestras de pelo, saliva o excrementos de cada depredador para analizar el ADN y dictaminar quiénes son los auténticos responsables. Sobre estos casos de Els Ports, hemos querido consultar a Jean-Marc Moriceau,profesor de la Universidad de Caen, en la Baja Normandía, y experto en la temática de víctimas humanas atribuidas a las fieras. Sus libros han dado pie al debate al haber hecho públicos muchos registros galos semejantes a los de Pauls. Según él, «se trata de un lobo muy peligroso, de comportamiento inusual». El profesor Moriceau explica con detalle su postura: «La designación de “hiena” es genérica para calificar cualquier animal salvaje que ataca al hombre y que se distingue por su comportamiento, en lugar de los depredadores del territorio. En la Francia del siglo xviii (e incluso en 1814) en cuatro casos analizados las mentalidades populares evocaban a la hiena para subrayar bien al agresor y aislarlo de la conducta de sus congéneres: en 1756 en el Lionés, en 1764-1770 en Gavaldá, en 1788 en el Esterèu y en 1815-1818 en el Nivernés. En el caso de Cataluña, excepto que se encontrase el origen exacto de la supuesta hiena y la identidad de su propietario (que no parece ser el caso) nos atenemos a los rumores populares que reflejan un choque psicológico por contraste con la conducta habitual de los animales depredadores de la región, a saber, los lobos. En resumen, salvo nuevas pruebas, creo que esta supuesta hiena es un lobo devorador de hombres.» En Cataluña había habido acciones oficiales, con contenidos significativos porque dan claves de cómo algunos lobos podían acostumbrarse a comer carne humana. En octubre de 1816 el capitán general ordena batidas advirtiendo que hay «personas mordidas por lobos» de los mismos alrededores de Barcelona. Decían que, rabiosos, habían devorado a una chica, matado a dos hombres y herido a otro, cuando si los lobos hubiesen estado avanzadamente rabiosos no habrían podido comer nada. También decretaban cacerías porque «aun quando los lobos no sean rabiosos parece que han contraído el hábito de cebarse en carne humana […] tal vez por la proporción que han tenido en esta última guerra». Por lo que respecta a episodios igualmente documentados, hay uno de El Vallès Oriental que daba a conocer el médico Bonaventura Sendil en 1825: En Vilamajor cuatro muertos entre niños y niñas. Cogidos tres, dos niños y una niña, pero salvados, aunque gravemente heridos. En Monseny un niño muerto y devorado. En Santa Susana uno muerto y devorado. En Santa Susana uno muerto y otro gravemente herido, pero defendido. En San Esteban de Palau Tordera, uno muerto y la mayor parte devorado, y tres gravemente heridos pero defendidos. En Palau Tordera una niña muerta, y devorada la mayor parte. En Campins una niña muerta, y un niño cogido, pero defendido sin ser herido. En Collsabadell una niña muerta, y una cogida y gravemente herida. En Vilalba Saserra una niña cogida y defendida sin ser herida. Acaba diciendo que el último ataque se produjo el día 18 de marzo contra una niña, «devorada enteramente, a excepción de un pedazo de brazo y un poquito de cabeza. Advierto todos estos daños y puedo dar justificación siempre que sea necesario». Las personas no somos presas habituales del lobo, que prefiere herbívoros. Pero tampoco se pueden descartar sus capacidades como depredador oportunista, inteligente y carroñero saneador del medio. De primavera a verano puede arriesgarse cuando no encuentra presas para criar a los lobeznos. No podemos pasar por alto que los meses con más personas afectadas coinciden mucho con los de los estudios estadísticos de Moriceau. Es cuando había más presencia humana en los campos, los sembrados podían servir de escondrijo y permitir a los lobos observar a las posibles presas vulnerables. Sin el ganado, que durante medio año solía alejarse por la trashumancia, era difícil la supervivencia de las camadas que campaban cerca de la gente. Más aún si habían criado y contando con el recurso del ganado, enfermo o sano y de la carroña que generaba. No es extraño, por tanto, que los depredadores se sintiesen atraídos por los pueblos donde había otro tipo de ganado, desperdicios y olores de alimentos o que se decidiesen finalmente por los humanos, dada la desorganización social y los muertos debidos a las guerras. Quedan archivos de poblaciones aquí mencionadas donde hacer investigación y obtener nuevos datos. Serían útiles para conocer más detalles de interés sobre estos hechos que ahora nos parecen insólitos. 


Bibliografía 


Bevanger, K. y L. L. Olden, 2002. La peur du loup (en chapurriau, la po del llop). Recueil d’attaques de loups sur des humains. Norsk Institutt for Naturfonskning. Trondheim, Noruega. 


http://www2.nina.no/lcie_new/pdf/634993231241795116_Linnell%20NINA%20OP%20La%20Peur%20du%20loup.pdf

Burnier, F., 2001. «Comment peut on vivre avec des loups sauvages?». En chapurriau : Com se pot viure en los llops salvaches ?

http://controverses.mines-paristech.fr/public/promo03/C03B18/liens/Commentpeut-onvivreavecdesloupssauvages.2001-11-116.PDF


Bulletin des medecins suisses, 11: 549-554. Costa i Savoia, E., 2012. Paüls. Arola Editors. Tarragona. 


Curto i Homedes, A. y A. Martínez Silvestre, 1999. «La presència del llop a l’antic terme de Tortosa durant la baixa edat mitjana». 


ALBERT CURTO HOMEDES, ALBERT MARTÍNEZ SILVESTRE


PDF aquí https://www.raco.cat/index.php/ActaHistorica/article/view/188798/254596



Acta Historica et Archaeologia Medieaevalia, 20-21: 455-475. Manent, A., 1995.

El llop a Catalunya. Memòria llegenda i història. Pagès. Lleida. Massip i Gibert, J. M. (ed.), 2011.

El llop i els humans. Passat i present a Catalunya. Arola. Tarragona.

Massip, J. M. y J. Maroto (eds.), 2011. Llops i humans a Catalunya. Del passat al present. Centre d’Estudis Comarcals de Banyoles. Banyoles. Moriceau, J. M., 2007. 


Histoire du mechant loup. 3000 attaques sur l’homme en France. xve-xxe. siècle. Fayard. París. Moriceau, J. M., 2011.

Le loup et l’historien: La realité des attaques sur l’homme. Un bilan à l’échelle de la France (xve-xxe siècle).


https://www.fayard.fr/histoire/histoire-du-mechant-loup-9782213628806

Ignacio Sorolla Vida, el llop blanc dels ports

domingo, octubre 07, 2018

El heliotropo de Beceite

En la villa de Beceite, que siempre ha sido abundante en gentes extraordinarias, hubo, no hace todavía mucho tiempo, un pintor llamado Calandrio, hombre simplón y de extrañas costumbres, como bañarse en el Matarraña en pleno mes de noviembre, que la mayor parte del tiempo trataba con otros dos pintores, llamados Bruno y Bufalmacho, hombres muy bromistas pero por otra parte avispados y sagaces, que se ajuntaban con Calandrio porque de sus maneras y de su simpleza con frecuencia sacaban algunas risas, llamadas carcañades en Beit Zeyd

Había también en Valderrobres entonces un joven de maravillosa gracia y afortunado en todas las cosas que se proponía, hábil, llamado Tomás del Picapedré, que oyendo algunas cosas sobre la simpleza de Calandrio, se propuso divertirse haciéndole alguna burla o haciéndole creer alguna cosa extraordinaria. Encontrándolo por casualidad un día en la iglesia de San Bartolomé y viéndolo atento mirando las pinturas y los bajorrelieves del tabernáculo o altar mayor de la iglesia, puesto allí unos meses antes, pensó que había encontrado el lugar y el tiempo acorde a su intención.

tabernáculo o altar mayor de la iglesia, Beceite, San Bartolomé


Informando a un compañero suyo de lo que quería hacer, se acercaron juntos a donde Calandrio estaba sentado solo, y haciendo ver que no lo veían, comenzaron a razonar sobre las virtudes de diversas piedras, de las que Tomás hablaba con tanta autoridad como si hubiera sido un famoso y gran marmolista, escultor o picapedrero. A esta conversación pegó el oído Calandrio y después de un rato, poniéndose en pie, viendo que no era ningún secreto, se acercó a ellos, justo lo que pretendía Tomás; siguiendo con su verborrea, fue preguntado por Calandrio “dónde se encuentran estas piedras tan llenas de virtud”. 


Tomás contestó que la mayoría se encontraban en Bot, en tierra de catalanes, en una comarca que se llamaba Tierra Alta en la que las vides de ojo
de liebre se atan con longanizas y se obtiene una oca por un real y un pato de regalo, y hay allí una montaña llenita de arroz caldoso de galeras en lo alto en la que hay gentes que no hacen nada más que asar calçots, preparar salsa romesco y cocer escudella de caldo de capones, y luego lo aventan desde allí abajo, y quien más recoge más come; y allí al lado corre un arroyuelo de vino de garnacha negra como lágrimas de otoño del mejor que puede beberse, sin una gota de agua mezclada.
-¡Oh! -dijo Calandrio-, ése es un buen país; pero dime, ¿qué hacen de los capones que cuecen?

Contestó Tomás:

- Todos se los comen los catalanes. Va gente desde Prat de Compte, Batea, Gandesa, Pinell de Brai, La Fatarella, Caseres, Corbera d'Ebre, Horta de Sant Joan, Arnes, e incluso desde Paüls, cuyos habitantes abren antes la boca que los ojos.

Dijo entonces Calandrio:

- ¿Has ido allí alguna vez?

- ¿Dices que si he estado? ¡Sí, igual he estado una vez como mil!

- ¿Y cuántos kilómetros cuadrados tiene?

- Tiene más de un millón palmo arriba palmo abajo.

- Pues debe ser más allá de los Puertos.

- Exacto, -dijo Tomás-, cerca de la Fontcalda, fuente caliente, junto a la sierra de Pándols y de Caballos.


El tontico de Calandrio, viendo a Tomás decir estas palabras con una cara seria y sin reírse, les daba la fe que puede darse a la verdad más manifiesta, y por ciertas las tenía; y dijo:

- Demasiado lejos está de mis asuntos; pero si más cerca estuviese, sí te digo que iría una vez allí contigo para ver bajar esos calçots y comer escudella de capones hasta empacharme.

Pero dime; ¿en esta comarca del Matarraña no se encuentra ninguna de esas piedras maravillosas?

A lo que Tomás contestó:

- Si, se encuentran dos clases de piedras de grandísima virtud. Una son los pedruscos de Monserrate de Fórnoles, de los que se hacen muelas para moler la harina o las olivas empeltre, y por ello se dice en los países de más allá que de Dios vienen las gracias y de Fórnoles las piedras de molino; pero hay tan gran cantidad de estas piedras de amolar, que entre nosotros son poco apreciadas, como las esmeraldas entre los de Puigventós de la Figuereta, de las que hay allí una montaña casi tan alta como Montecaro, que relucen a medianoche como la aurora boreal. Quien puliera las muelas de molino y las hiciera engastar en anillos antes de que se las agujerease, y se las llevase al Molt Honorable, tendría lo que quisiera.



Monserrate de Fórnoles,
Monserrate de Fórnoles 


La otra es una piedra que nosotros los marmolistas llamamos
heliotropo, piedra de mucha mayor virtud, porque quien la lleva encima no puede ser visto por otra persona esté donde esté.
Entonces Calandrio dijo:

- Grandes virtudes son éstas; ¿pero esa segunda dónde se encuentra?

Tomás contestó que en los Comellassos se podía encontrar.

Dijo Calandrio:

- ¿De qué tamaño es esa piedra y qué color tiene?


Contestó Tomás:

- Es de varios tamaños, alguna es mayor, otra menor, pero todas son de color oscuro, casi negro.

Calandrio, habiendo advertido todas estas cosas, fingiendo tener otra cosa que hacer, se separó de Tomás y su colega, y se propuso buscar esta piedra; pero decidió no hacerlo sin que lo supiesen Bruno y Bufalmacho, a quienes quería mucho.

Se fue, pues, en su busca, para que sin dilación y antes que nadie más fueran a buscarlas, y todo el resto de aquella mañana lo pasó buscándolos. Al final, pasadas las tres de la tarde, acordándose de que trabajaban en una fábrica cerca de la tosquera, aunque el calor agrietaba las rocas, dejando cualquier otra ocupación, casi corriendo se fue donde ellos, y llamándoles les dijo:


- Compañeros, si queréis creerme podemos convertirnos en los hombres más ricos del Matarraña, porque le he oído a un hombre digno de fe que en los Comellassos hay una piedra que quien la lleva encima no es visto por nadie; por lo que me parece que sin tardar, antes que otra persona pueda ir, vayamos a buscarla.

Seguro que la encontraremos, porque sé cómo es; y cuando la hayamos encontrado, ¿qué tendremos que hacer mas que meterla en el morral e ir a las mesas de los cambistas en Valdarrores, que sabéis que están siempre cargadas de monedas de plata y bronce, y coger cuantas queramos? Nadie nos verá: y así podremos enriquecernos rápidamente sin tener que embadurnar los muros todo el santo día, como hacen los caracoles por ahí abajo sobre el azud.


Bruno y Bufalmacho, al oírle, empezaron a reírse por dentro; y mirándose el uno al otro pusieron cara de maravillarse mucho y alabaron la idea de Calandrio; pero preguntó Bufalmacho qué nombre tenía esta piedra. A Calandrio, que era de mollera dura, ya se le había ido el nombre de la cabeza; por lo que respondió:

- ¿Qué nos importa el nombre, puesto que sabemos la virtud? Yo diría que fuésemos a buscarla sin más tardanza.


- Pero bien -dijo Bruno-, ¿cómo es?


Calandrio dijo:

- Las hay de distintas formas, pero todas son casi negras como el azabache; por lo que me parece que debemos coger todas aquellas que veamos oscuras, hasta que lleguemos a ella; así que no perdamos tiempo, vamos.

Bruno dijo: - Para el carro. -


Y vuelto a Bufalmacho dijo:

- A mí me parece que Calandrio dice bien; pero no me parece que sea hora de ir porque el sol está alto y da de pleno en los Comellassos y habrá secado todas las piedras; por lo que algunas de ellas parecen ahora blancas, y en cambio, por la mañana, antes de que el sol las haya secado, parecen negras; y además, mucha gente hay hoy, porque es día laborable, en las fincas que van a Les Escales, que, al vernos, podrían adivinar lo que estamos haciendo y tal vez se pondrían a buscar ellos también; y podría llegar a sus manos la piedra y nosotros habríamos perdido el santo por la limosna. A mí me parece, si os parece a vosotros, que éste es asunto de hacer por la mañana, que se distinguen mejor las negras de las blancas, y en día festivo, así no habrá allí nadie que nos vea. -

Bufalmacho alabó la opinión de Bruno, y Calandrio concordó con ellos, y decidieron que el domingo siguiente por la mañana irían los tres juntos a buscar aquella piedra. Sobre todas las cosas les rogó Calandrio que con nadie en el mundo hablasen de aquello, porque a él se lo habían dicho en secreto.

Y hablando de esto, les contó lo que había oído de la comarca de la Terra Alta, afirmando con juramentos que era así.

Cuando Calandrio se separó de ellos, lo que iban a hacer sobre este asunto lo arreglaron entre ellos.

Calandrio esperó sin tartir (con ansiedad) el domingo por la mañana. Se levantó antes de cantar el gallo de Les Voltes, y llamando a sus compañeros, saliendo por el portal de San Roque hacia arriba, pasando Las Eras, La Nevera, dejando los freginals a la izquierda, trepando unas rocas, ya en los Comellassos, comenzaron a andar por un barranquillo hacia abajo, en dirección a La Cometa, buscando piedras por un pedregal.

Calandrio iba delante, más afanoso, y saltando rápidamente ora aquí ora allí, donde alguna piedra negra veía se arrojaba y cogiéndola se la metía en el seno. Sus compañeros andaban detrás, y de vez en cuando una u otra recogían. Calandrio no había andado mucho trozo y ya tenía el regazo lleno; por lo que, alzándose las faldas del sayo y haciendo con ellas un amplio refajo, habiéndolo sujetado bien con el cinturón por todas partes, no mucho después lo llenó y después de un rato, haciendo con la capa otro compartimento, lo llenó a caramullo de piedrecitas negras.

Viendo Bufalmacho y Bruno que Calandrio estaba cargado como el borrico de San Vicente y la hora de comer se avecinaba, según lo establecido entre ellos, le dijo Bruno a Bufalmacho:

- ¿Dónde está Calandrio? -


Bufalmacho, que lo veía allí junto a ellos, volviéndose en torno, y mirando acá y allá, contestó:

- No lo sé, pero hasta hace un momento estaba aquí delante de nosotros.-

Dijo Bruno:

- ¡Cómo que hace poco! Me parece estar seguro de que ahora está en casa comiendo y nos ha dejado a nosotros en el frenesí de andar buscando las piedras negras por estos Comellassos abajo. -

- ¡Ah!, qué bien ha hecho -dijo entonces Bufalmacho-, burlándose de nosotros y dejándonos aquí, ya que hemos sido tan tontos como para creerle. ¿Crees que habría alguien tan apamplado como nosotros que hubiera creído que en los Comellassos iba a encontrarse una piedra tan milagrosa?

Calandrio, al oír estas palabras, imaginó que aquella piedra había llegado a sus manos y que, por la virtud de ella misma, aunque estuviese él presente no lo veían.

Muy contento de tal suerte, sin decirles nada, pensó en volver a su casa, y con cuidado de no tropezar, fue bajando en dirección a la selva de La Cometa.

Viendo esto, Bufalmacho le dijo a Bruno:


- ¿Qué hacemos nosotros? ¿Por qué no nos vamos? -

A lo que Bruno respondió:


- Vámonos; pero juro a Dios que Calandrio no me hará ni una más; y si estuviese junto a él como lo he estado toda la mañana, le daría así con este guijarro en el talón que se acordaría un mes de esta broma.-


Y diciendo estas palabras y estirando el brazo, le acertó a Calandrio con el guijarro en el calcañar. Calandrio, sintiendo el tremendo dolor, levantó el pie y comenzó a resoplar, pero callando fue avanzando.

Bufalmacho, cogiendo uno de los
códuls que había recogido, le dijo a Bruno:

- ¡Mira este
barrócul: así le diese ahora mismo en los riñones a Calandrio! Y, soltándolo con toda su fuerza, le dio con él un gran golpe en la riñonada; y en resumen, de esta manera, ahora con una palabra y ahora con otra, por los Comellassos abajo, pasando La Cometa, la Prensa y entrando por el portal del Pilar, lo fueron lapidando.

Junto a la casa de Tachín, arrojando al suelo las piedras que habían recogido, se detuvieron un rato con unos guardias, que como estaban informados del plan, fingiendo no verlo, dejaron pasar a Calandrio con la mayor risa del mundo contenida. Este, sin pararse, llegó a su casa, que estaba en el Castellá; y tan favorable le fue la fortuna a la burla que mientras Calandrio por el barranco de La Cometa andaba y luego por la villa, nadie le dirigió la palabra, ya que encontró a muy pocos porque todos estaban comiendo.

Entró Calandrio cargado como un mulo de arriero en su casa. Estaba su mujer (que se llamaba Teresa), hermosa y valerosa, en lo alto de la escalera, y bastante enojada por su larga demora, viéndolo venir comenzó a gritarle con reproches:


- ¡Ya te trae el diablo, rufián! Todo el mundo ha comido ya cuando tú vienes a comer. -

Oyendo esto Calandrio, y viendo que lo veía, lleno de amargura y de dolor comenzó a gritar:

-¡Ay!, mala mujer, tú me has arruinado, pero por Dios que me las pagarás.-

Subió a una salita y descargó allí todas las piedras que había recogido, corrió furibundo hacia su mujer y, cogiéndola por las trenzas, la tiró al suelo, y allí, cuanto pudo mover los brazos y las piernas, tantos puñetazos y patadas le dio por todo el cuerpo, que no le dejó en la cabeza cabello o hueso encima que machacado no estuviese, sin valerle a ella para nada pedir merced con los brazos en cruz.

Bufalmacho y Bruno, después de reírse un rato con los guardianes del portal, con paso lento comenzaron de lejos a seguir a Calandrio; llegando junto a su puerta, escucharon la feroz paliza que a su mujer le daba, y fingiendo que llegaban entonces, le llamaron.

Calandrio, todo sudado, rojo y cansado, se asomó a la ventana y les rogó que subiesen donde estaba él. Ellos, mostrándose un tanto enfadados, subieron arriba y vieron la sala llena de piedras, y en uno de los rincones a la mujer despeinada, blanca como un papel y la cara llena de golpes, que lloraba desconsoladamente. Calandrio, aflojado y jadeante, extremadamente cansado, estaba sentado.

Después de haber mirado un rato dijeron:

- ¿Qué es esto, Calandrio? ¿Quieres hacer un muro, que te vemos con tantas piedras? Y además de esto, añadieron:

- ¿Y Teresa qué tiene? Parece que le has pegado; ¿pero qué es esto? -

Calandrio, agotado por el peso de las piedras y por la rabia con que le había pegado a su mujer, y con el dolor de la fortuna que le parecía haber perdido, no podía reunir aliento para pronunciar enteras las palabras de su respuesta; por lo que, dándole tiempo, Bufalmacho recomenzó:

- Calandrio, si estabas airado por algo, no debías por ello mofarte de nosotros; que, después de inducirnos a buscar contigo la piedra preciosa, sin decírselo a Dios ni al demonio de Queretes nos has dejado como a dos cabrones en los Comellassos y has venido a casa, lo que tenemos por muy gran maldad; pero por cierto que ésta va a ser la última que nos harás.


A estas palabras, Calandrio, esforzándose, contestó:


- Compañeros, no os enfurezcáis: las cosas han sido de muy distinto modo del que creéis. Yo, desventurado, había encontrado aquella piedra; ¿y queréis saber si digo la verdad? Cuando os preguntasteis la primera vez por mí el uno al otro, yo estaba a menos de diez brazos de vosotros, y viendo que os acercabais y no me veíais, fui tirando por delante de vosotros, y siguiendo un poco por delante así he llegado a casa. -

Y empezando por un extremo, hasta el final les contó lo que habían hecho y dicho ellos, y les mostró la espalda y los calcañares, cómo los habían dejado los guijarros, y luego siguió:

- Y os digo que, entrando por el portal del Pilar con todas estas piedras encima, nada me dijeron (aunque sabéis lo desagradables y molestos que suelen ser) los guardas que lo quieren mirar todo, y además de esto, he encontrado por la calle a muchos de mis compadres y amigos, que siempre suelen dirigirme algún saludo e invitarme a beber de su bota, y no hubo ni uno que me dijese media palabra, como que no me veían.

Al final, llegando aquí a casa, este diablo, esta maldita mujer se me puso delante y me vio, porque, como sabéis, las mujeres hacen perder la virtud a todas las cosas; así que yo, que podía decirme el hombre más venturoso de Beceite, me he quedado el más desventurado: y por ello le he pegado tanto cuanto he podido mover las manos y no sé qué me ha detenido de cortarle las venas, ¡maldita sea la hora en que primero la vi y cuando vino a esta casa!


Y encendiéndose de nuevo en ira, quería levantarse para volver a pegarle otra paliza. Bufalmacho y Bruno, oyendo estas cosas, ponían cara de extrañarse mucho y con frecuencia confirmaban lo que Calandrio decía, y sentían tan grandes ganas de reír que casi estallaban; pero viéndole furioso levantarse para sacudir otra vez a su mujer, saliendo a su encuentro lo retuvieron diciéndole que de estas cosas ninguna culpa tenía su mujer, sino él que sabiendo que las mujeres hacían perder la virtud a las cosas no le había dicho que no se pusiera delante aquel día; de esta precaución Dios le había privado o bien porque la suerte no debía ser suya o porque tenía en el ánimo engañar a sus compañeros, a quienes, cuando se dio cuenta de haberla encontrado debía descubrirla. Y después de muchas palabras, no sin gran trabajo reconciliando con él a la mujer apaleada, y dejándolo melancólico en la casa llena de piedras, se fueron.

lo heliotropo de Beseit


Versión de una novela del Decamerón , de Giovanni Boccaccio. 

jueves, marzo 08, 2018

Varios, ebay, Beceite, Beseit

Senderos de Gran Recorrido. Beceite - Villel: Maestrazgo, Gúdar, Javalambre
Senderos de Gran Recorrido. Beceite - Villel: Maestrazgo, Gúdar, Javalambre

VV. AA, Prames., Zaragoza., 1990., Geografía de Aragón. 21 cm. 185 p. fot. y map. Encuadernación en tapa blanda de editorial ilustrada. Textos Alberto París Roche. Colección Topoguía de senderos aragoneses. volumen colección (n. 2). Maestrazgo (Teruel). Guías turísticas. Gúdar (España, Sierra). Guías turísticas. Javalambre (España, Sierra). Guías turísticas, 84-87601-02-2 , 
9788439864233

Este es un libro antiguo, usados o de segunda mano. 
No se envía a Ceuta, Melilla, Canarias ni Baleares.

Nuevo: Libro nuevo, sin usar y sin leer, que está en perfecto estado; incluye todas las páginas sin defectos.
Consulta el anuncio del vendedor para obtener más información.



I love Beceite, bandera, España
La favorita de Jaume Fons y Francisco Escudero, la tienen ondeando en el balcón.

Artículos vistos en eBay España


SOUVENIR ESPAÑA ARAGÓN IMAN MAGNET SPAIN CORAZON I LOVE BECEITE (TERUEL)
SOUVENIR ESPAÑA ARAGÓN IMAN MAGNET SPAIN CORAZON I LOVE BECEITE (TERUEL)





Chicotén, albada de Beceite, paloteado de Boltaña
Chicotén, albada de Beceite, paloteado de Boltaña